¿Y tu, con qué cultura te identificas?

Este blog forma parte de SERPIENTE ESPECTRAL ROJA, y está dirigido a los amantes de la naturaleza, las culturas y religiones que como culto, adoraban a los elementos de la naturaleza, esas que nunca deben de caer en el olvido.

sábado, 30 de junio de 2012

LOS INDIOS AMERICANOS




La actualidad de la historia viene dada por la declaración de independencia, con respecto a Estados Unidos, que los Lakota-Sioux han promulgado el 19 de diciembre de 2007 y de la que todavía no se han retractado, fundando recientemente la que denominan Republic of Lakota. Se trata del último acto de afirmación de unos pueblos que empezaron a llegar al continente americano en pleno paleolítico inferior, coincidente con la Edad de Hielo del periodo cuaternario.


Los comienzos

El motivo de que estos grupos humanos emprendieran esta gran migración hace aproximadamente 35.000 años sigue siendo un misterio. Se sabe que lo hicieron escalonadamente y que tardaron otros 12.000 años en completarla, según la datación de las herramientas líticas halladas en el río Yucón. Los más posible es que, siendo tribus dedicadas a la caza y recolección, allá en las lejanas estepas de lo que hoy conocemos como Mongolia, llegaran atravesando Siberia y el helado Estrecho de Bering, siguiendo el rastro migratorio de las manadas de animales que les servían de sustento, incluyendo al mamut.

 
Esta marcha intercontinental fue una gran epopeya. Sólo tenemos que imaginarnos a cientos de personas vestidas con pieles de animales, caminando o montadas sobre pequeños caballos trotones -los típicos de los mongoles- arrastrando sus escasas pertenencias en camillas, pues no conocían la rueda, durante miles de kilómetros sobre terreno helado, haciendo frente a bajísimas temperaturas, a tormentas de nieve y ventiscas, soportando el eterno invierno boreal.
Pero lo consiguieron. Llegaron a Alaska y se lanzaron al sur. Todavía hoy existen semejanzas étnicas y lingüísticas entre indígenas bolivianos o peruanos y otros de las tribus situadas más al norte, como los inuit (esquimales). Nosotros nos limitaremos en estos informes a las colectividades asentadas en Canadá, USA y norte de México.





   

Los ”pieles rojas”

Cuando los primeros blancos llegaron a Norteamérica en el siglo XVI, aquel vasto territorio se encontraba habitado por gentes a quienes los franceses llamaron “pieles rojas" por el del pigmento con el que decoraban sus rostros. Estaban agrupados en diferentes naciones o confederaciones, que a su vez se dividían en tribus y clanes que no siempre se llevaban bien entre ellas. Poseían una cultura muy rica, variada y espiritual fundamentada en la armonía y el respeto a la naturaleza, cuyo equilibrio fue roto por los invasores.
A la llegada de los colonizadores europeos existían en Norteamérica en torno a diez millones de individuos, que constituían unos trescientos grupos en diversos grados de desarrollo y múltiples hibridaciones culturales, una diversidad que se aprecia en la existencia de doce ramas lingüísticas y numerosas lenguas y dialectos derivados.
Durante siglos, las actividades principales continuaron siendo la caza y la recolección. En las zonas semidesérticas, más limitadas en recursos, comenzó a practicarse la agricultura y la domesticación; en las extensas llanuras centrales, la economía de muchos pueblos se basaba en los bisontes, que se movían en grandes manadas. De ellos sacaban la carne, la grasa para cocinar y mantener el fuego, las astas para los adornos rituales y la piel para confeccionar la ropa y los tipis.




Las guerras de los indios

Desde el siglo XVI hasta hoy, los indios -llamados así por el equívoco de Colón al creer que llegaba a la India por occidente- no han parado de luchar para mantener su cultura, sus tradiciones y su independencia. Ni siquiera el poder de los Estados Unidos ha conseguido que se rindan. Una de las tribus más combativas ha sido y sigue siendo la de los míticos Sioux, quienes no han parado de guerrear contra el hombre blanco desde que en 1700 fueran expulsados de Minessota. Los Sioux has sobrevivido a múltiples intentos de exterminio, el último en 1890 con la matanza de Wounded Knee, cuyo aniversario siguen rememorando cada año.
Por fin en 1978, miles de indios procedentes de todas las reservas de Norteamérica se dirigen caminando, en una larga marcha, hasta Washington D.C. para reivindicar sus derechos y consiguen que se firme el Acta de Libertad Religiosa, por la que el gobierno autoriza los ritos tribales y el uso de las lenguas indias, prohibidos desde 1883.
Esto fue una pequeña victoria. Ahora los Sioux han dado un paso más al frente: la Declaración de Independencia.







Mitología

Para los indios norteamericanos todos los elementos de la naturaleza poseían un espíritu propio. Esto se manifiesta en la importancia de los animales en mitos y creencias
La cultura de los indígenas norteamericanos refleja la profunda relación que tenían con el entorno que les rodeaba. Para los indios todos los elementos de la naturaleza tenían su propio espíritu. De especial importancia eran los animales, a los que admiraban y de los que dependían para su supervivencia, por eso formaban una parte fundamental de sus mitos, creencias y costumbres.

 

Los indios y la relación con la naturaleza

Pocas culturas a lo largo de la historia de la humanidad han estado tan estrechamente vinculadas e integradas en la naturaleza, como la forma de vida de los indios norteamericanos. Para ellos, todos los elementos que les rodeaban, animados e inanimados, estaban espiritualmente vivos: los árboles, las montañas, el agua o el viento eran seres con vida y conciencia propia. Los indios entendían que los árboles o el viento susurraban multitud de consejos, amenazas o advertencias y que eran la morada de poderosos espíritus.

 

La admiración por los animales

Si la imaginación india ya atribuía a los fenómenos naturales y los objetos inánimes las cualidades de la vida y el pensamiento, a los animales los situaba en un escalón superior. El indio, en continuo contacto con la naturaleza, había observado bien a los habitantes de los bosques y las praderas, y sentía un profundo respeto y admiración por sus aptitudes y habilidades instintivas.
Quedaba maravillado por aquellos animales que eran más rápidos y ágiles que él en el arte de la caza, más sigilosos y astutos a la hora de esconderse, más resistentes a las inclemencias del tiempo... En definitiva, admiraba su capacidad de adaptación al medio y los consideraba sus superiores en aquellas facultades que más le fascinaban y ansiaba tener. Así, el zorro simbolizaba la astucia; el búho, la sabiduría; el gato salvaje, el sigilo; el oso, la fuerza; el ciervo, la rapidez....



El totemismo animal en la mitología de los indios norteamericanos


Cuando los indios observaban estas habilidades, quedaban impresionados por la superioridad manifiesta de los diversos animales sobre ellos mismos, y era tanta la influencia que ejercía esa sensación de superioridad que, si codiciaban cierta cualidad, se ponían bajo la protección de aquel animal que la representara.
Y viceversa: si una persona o incluso una tribu entera, poseía o se le atribuían unas cualidades especiales, recibían el nombre del animal que mejor las simbolizara. De ahí la multitud de nombres indígenas en los que aparece un animal, vangan como ejemplo los conocidos Toro Sentado, Caballo Loco o Águila Guerrera, o en el caso de las tribus, los Hurones y los Cuervos.
Esta asociación entre bestias y hombres llegaba a tal punto que, transcurridas unas cuantas generaciones desde que la tribu recibía el nombre animal, los miembros de la misma consideraban a dicha especie como sus propios antepasados y pensaban que todos los individuos de la tribu o el clan descendían del mismo animal, por lo que estaban emparentados sanguíneamente.
Este animal acababa siendo el tótem, la representación espiritual del clan o tribu y se le consideraba su emblema protector. Sin embargo, los indios no veneraban a estos animales, como ocurría en la mitología egipcia, ya que no eran considerados dioses en sí, ni son tampoco representaciones de los dioses, como sucedía en los mitos grecorromanos.




Los mitos de la creación de los indios norteamericanos

Las historias sobre el origen del mundo son un buen ejemplo de la importancia de los animales en la tradición mitológica de los indígenas norteamericanos. Con variaciones entre las distintas tribus, casi todas ellas hacen referencia a un mundo primigenio cubierto por las aguas, en las que diversos animales tenían que sumergirse para encontrar el barro o la tierra necesarios para originar el mundo terrestre y los seres humanos.

Así queda reflejado en los mitos creadores de los algonquinos (grupo de tribus que se extendían por Canadá y Estados Unidos, entre las que se hallaban los Pies Negros, Arapajoes, Cheyennes y Mohicanos). Según la leyenda, el gran dios Michabo, cuando cazaba con unos lobos, se sorprendió al ver que los animales se sumergían en un gran lago y desaparecían. Les siguió dentro del agua con el objeto de rescatarlos, pero al entrar en el lago, de repente subieron las aguas, que sumergieron al mundo entero.
Michabo dio entonces instrucciones a un cuervo para que encontrara un trozo de tierra que pudiera servir como el núcleo de un mundo nuevo, pero el pájaro regresó de su expedición sin éxito. Entonces el dios mandó a una nutria con la misma misión, pero ésta también fracasó. Por último, encomendó a una rata almizclera la búsqueda, y ésta, por fin, regresó con la suficiente cantidad de tierra que permitiría a Michabo volver a crear la tierra firme.
Hecho esto, el dios se dio cuenta de que todos los árboles habían perdido sus ramas, así que lanzó cientos de flechas sobre ellos, proporcionándoles así un nuevo ramaje. Finalmente, Michabo se casó con la rata, y de su unión nació la especie humana. El mito es similar para otras tribus, si bien con distintos animales con la función de conseguir la necesaria tierra: un escarabajo para los Cheroquis, para los Chickasaw un cangrejo de río, o un pato para los Seneca.

 

Indígenas norteamericanos: Sociedades en simbiosis con la naturaleza

Son muchos más los mitos de los indios norteamericanos en los que los animales juegan un papel protagonista, aunque todos tienen algo en común: recogen las tradiciones ancestrales de estos pueblos que vivían en verdadera simbiosis con la naturaleza. Unas sociedades que conocían, admiraban y respetaban la naturaleza.




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